Una violencia invisible: testimonio de Gabriel Herrera

Hoy hacemos un post diferente, un artículo donde queremos dar voz a aquellos hombres que han sido víctimas por la violencia de género. Hoy comparte su caso con nosotros Gabriel Herrera. Gracias por contarnos tu caso y dar voz a aquellos hombres que se han visto envueltos en esta misma situación.

Todo viene a raíz de mi separación y una denuncia en falso que supone para mí un infierno. Todo empezó el día de mi cumpleaños, 37 años, cuando ella me dice que tenemos un problema económico, a raíz de ahí yo le digo que tenemos que superar ese problema, que tenemos que trabajar y superarlo entre los dos… Ella decide que no, que no le interesa el problema, no se cree capaz de superarlo y decide terminar la relación. Ella se va, se lleva a mis hijos, ¿qué es lo que hace?: interponer una denuncia falsa contra mí de malos tratos.

He ido al juzgado, le digo al juez que no, que yo no he cometido maltrato ni físico, ni psicológico con esta mujer, de hecho, nos llevábamos muy bien. Ella retira la denuncia, vuelve conmigo, pero ya la convivencia era tal… No podíamos seguir, el tema económico nos superaba.

Segunda denuncia por violencia de género despues de retirar la primera

Decide irse otra vez, con lo cual me pone otra denuncia, al decirle que no se llevara a mis hijos, yo quería estar con mis hijos. Yo iba a pedir la custodia de mis hijos y ella me pone otra denuncia. Tras la segunda denuncia, me voy a juicio por un informe psiquiátrico que el juez lo admite como prueba, por eso me llevan a juicio. En la sala, ese mismo informe el juez dice que no lo admite como prueba, con lo cual no hay parte de lesiones, pruebas, no hay otros informes… Me preguntan por mi relación, cuento como ha sido. Estuvimos 9 años juntos, 8 de los 9 estuvimos muy bien, el último año mal por los problemas económicos.

Jamás le he puesto la mano encima, jamás la he maltratado ni física, ni psicológicamente, nunca. De hecho, siempre nos hemos llevado muy bien. Esto se lo cuento al juez y sin más. Entra ella, declara ella y dice que ha habido maltratos, insultos, que le he pegado y muchas cosas más.

“Solamente con su palabra a mí me condenan. No hay ninguna prueba, solamente su palabra…”

El juez me condena, sobre esta condena tengo un recurso interpuesto por la audiencia y esperando a ver cómo resuelven, pero es una codena sin pruebas, solamente con su palabra a mí me condenanNo hay ninguna prueba, solamente su palabra, su testimonio que precisamente se contradice en las versiones, en los testificales anteriores con los últimos se contradice unos con otros. No entiendo cómo me pueden condenar, si no hay pruebas. No lo entiendo, estoy en total indefensión… Más sabiendo que ella ha simulado enfermedades, esto lo puedo documentar, por ejemplo, una diabetes. Ha simulado en urgencias, pues ser diabética, tuvo un intento de suicidio al principio de nuestra relación… Tiene un historial médico en el cual miente mucho.

Mis hijos desde que se fueron pues lo pasaron muy mal, lo pasaron fatal, yo también. Iba a recogerles todos los fines de semana, puesto que no había unas medidas provisionales. La segunda denuncia no estaba interpuesta todavía y no había medidas. Yo los recogía todos los fines de semana, a parte ella me hacía una nota donde yo le llevaba la compra, le dejaba a los críos el domingo y le llevaba la compra, que ella me ponía en una nota para la manutención de los críos.

Cuando yo le explico a ella que mis hijos no están bien, que quieren estar en su ciudad con sus amigos, con su familia… Le voy a pedir la custodia de los críos, fue cuando viene la segunda denuncia por maltrato psicológico, con lo cual me viene otra orden de alejamiento y las medidas provisionales.

Un juez le da la custodia a ella, se supone que, por el bien de mis hijos, pero yo me pregunto: si yo al principio iba por mis hijos todos los fines de semana, ahora solo voy uno sí y otro no. Mis hijos ya no tienen padre, a penas disfrutan de mí y yo de ellos. Por otra parte, mis hijos están en un colegio interno donde les dan de comer, de merendar y de cenar… Incluso duermen allí. ¿Si esto es lo mejor para mis hijos? No lo sé. A mí me gustaría tenerlos conmigo, que estuvieran conmigo, que durmieran conmigo, que vivieran conmigo, que hicieran vida de familia no en un colegio interno para niños con riesgo de exclusión social. Sí que es verdad que hay niños que lo necesitan, los míos no puesto que tienen a su padre.

Este testimonio forma parte del documental: “Silenciados, cuando los maltratados son ellos” del director Nacho Gonzáles.

Si te identificas con nuestra causa, asóciate

Juntos somos más, y tenemos más fuerza para hacer valer nuestra voz ante los legisladores, contra el maltrato a las familias y contra los perjuicios que ocasionan a los hijos. Asociarse es sentirse acompañado, comprendido y apoyado. Muchos hombres han sufrido hasta ahora estas situaciones en soledad. La Asociación rompe el muro de silencio y el estigma que condena a los padres de familia, a los que las leyes no reconocen la presunción de inocencia.