No hay duda que los menores de edad son las personas más vulnerables e indefensas en los entornos de violencia machista, pero a la vez, también son las más ignoradas y maltratadas por el sistema.
En estos casos de orfandad por violencia de género, la respuesta institucional suele ser el desamparo económico y el laberinto burocrático.
En los últimos años, los niños huérfanos por violencia machista, han empezado a volverse visibles frente a los ojos del Estado y a partir de 2013, se incluyeron en las estadísticas oficiales tanto a los menores huérfanos como los que habían sido asesinados por sus padres en contextos de violencia machista.
Circunstancias que aumentan el riesgo para las víctimas de violencia de género
1) La maternidad
Un estudio realizado por El Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), indica que uno de los principales motivos, es la maternidad. El 75% de las víctimas eran madres y la mitad tenían hijos menores de edad en el momento del crimen.
Se ha comprobado en base a la documentación analizada para llevar a cabo el estudio, que de los 765 hijos huérfanos, 499 eran hijos o hijas del agresor y los 266 restantes, fruto de relaciones anteriores o posteriores de la víctima.
2) La convivencia con el agresor
En el mismo estudio del CGPJ se evidencia que la convivencia con el agresor es otro de los factores que aumentan el riesgo para la vida de las víctimas, ya que el 60,5 % de las mil mujeres asesinadas mantenía la convivencia con su maltratador en el momento del asesinato.
El lugar en el que con mayor frecuencia se producen los asesinatos es el domicilio familiar y respecto al periodo analizado por el CGPJ, se ha comprobado que el 75 % de las muertes se han producido en el interior de un domicilio, tratándose de la vivienda compartida entre víctima y agresor en el momento en el que ocurrieron los hechos.
No son pocas las ocasiones en las que los hijos presencian impotentes los hechos. Además de enfrentarse a la tragedia que supone perder a su madre, a menudo se quedan con secuelas psicológicas y sufren traumas gravísimas consecuencia de los hechos presenciados, la falta de su madre y la estigmatización que les puede suponer ser hijos de asesinos.
La experiencia por la que pasan a edades muy tempranas suele ser demoledora y en muchas ocasiones acarrea graves consecuencias a lo largo de toda su vida.
A todo ello, se suman en muchas ocasiones dificultades económicas y personales que dificultan la acogida de esos menores.
Nueva Ley en 2019 para los niños huérfanos por violencia de género
En 2019 se ha adoptado la Ley 3/2019, de mejora de la situación de orfandad de hijos de víctimas de violencia de género.
Lo que se promovía era el reconocimiento del derecho de la pensión, o en su defecto, prestación por orfandad con carácter teóricamente “universal”, debido a que en muchos casos los huerfanos, se quedaban sin ningún tipo de cobertura económica ya que sus madres no habían cotizado lo suficiente a la Seguridad Social. Se anunció como una norma retroactiva y universal, pero la letra pequeña y las dificultades para obtener estas prestaciones impiden que se hagan posibles las prestaciones.
Gracias a esta ley, 28 menores han sido beneficiarios de una pensión, 36 han recibido prestaciones de orfandad y otros 41, una mejora de las pensiones previas que percibían antes de la nueva normativa. Disfrutarán de esta ayuda hasta que cumplan los 25 años de edad.
No obstante, si observamos el sistema actual y el número diminuto de prestaciones por orfandad, podemos llegar fácilmente a la conclusión de que esta medida es insuficiente y hay margen para mejorar la cobertura. Para obtener una prestación, se tiene en cuenta la renta de las familias que se hacen cargo de los huerfanos de la violencia de género, que tengan orfandad absoluta, residencia en España en el momento del asesinato de la madre y no tengan carácter retroactivo.
Un sistema igual de “roto” como los niños huérfanos
El sistema actual, que trata de proteger con mayor o menor acierto a las mujeres, no ofrece un sistema proporcional o la misma seguridad acordada con la que cuentan éstas, a los hijos menores de edad.
Intenta no obstante ‘reparar’ a niños y niñas, a posteriori, de un daño psicológico terrible, que en muchas ocasiones se traduce en más problemas para los niños y pocas soluciones a sus problemas emocionales y psicológicos.
Lo que está claro es que es imprescindible desarrollar un protocolo de actuación para las familias tras el asesinato que detalle cuales son los pasos a seguir y ante que administraciones deben dirigirse para obtener una respuesta y la ayuda que tanto necesitan.
Desde la Asociación de Hombres Maltratados queremos dar voz a esta injusta Ley que ampara a las mujeres pero que no tiene en cuenta a los niños.